Amada hija, esta carta está llegando hasta ti, porque en ella hay unas palabras que tú necesitas escuchar. En la vida hay días de paz y días de angustia, pero hoy quiero que sepas que yo te amo y que seré guiando cada uno de tus pasos para que esta tristeza que hoy te embarga muy pronto se vaya de tu vida.
Mi deseo fue que tú vinieras a este mundo y hoy mi deseo es que tú seas feliz. Por favor haz un alto en tu camino y revisa qué actitudes, qué acciones y qué personas te están haciendo mal. Te pido que no te aferres a lo que te hace daño, nunca olvides tu valor y no permitas que la costumbre te haga perder la visión.
Recuerda que tu naturaleza es el amor y renuncia con determinación a las cargas innecesarias, pues solo así podrás alivianar tu peso, descubrir tu brillo y alzar tu propio vuelo.
También recuerda que nadie es perfecto, pero todos estamos llamados a esforzarnos y dar lo mejor de nosotros en cada día. En esta nueva jornada por favor da lo mejor de ti, trabaja con voluntad y confía, pues cada cosa que hagas hoy, será ilumina por mi luz.
Sé valiente, avanza con determinación y siembra con amor, pues yo conozco tu vida, tus anhelos y tus batallas, y cuidaré tus campos para que aquella semilla que plantarás hoy, muy pronto crezca y te brinde su abundante cosecha.
Amada hija, por favor entrégame tu corazón y yo me llevaré la tristeza y en su lugar te daré fe, Ilusión, sabiduría y esperanza. Deja tus preocupaciones en mis manos y confía, pues a donde vayas, yo te acompañaré, en todo lo que hagas, yo te soportaré y a cada momento yo te bendeciré, porque te amo con un amor infinito, ayer, hoy y por toda la eternidad.
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