Abrázame, hijo mío

Abrázame, hijo mío.
– ¿Qué pasa, mami?
– No pasa nada, cielo. Necesito sentir los latidos de tu corazón.

Voy a contarte algo que ahora no entenderás, pero que cuando seas mayor y lo leas, quizás entonces me comprendas bien.

Dime, mami.

Quiero que sepas que pase lo que pase, yo siempre estaré aquí.

Que siempre podrás volver a mis brazos. Cuando tengas miedo, cuando te asuste el mundo, cuando necesites que te diga lo mucho que te quiero, aquí estaré.
Cuando la vida se complique, cuando te equivoques, cuando escojas un camino erróneo, aún en esos momentos aquí estaré.
Cuando alguna de tus primaveras no veas salir el sol, cuando anheles mi calor, aquí estaré; Cuando te sientas diferente, extraño; cuando alguien te rechace por ser excepcional; cuando quieras encontrar un refugio, aquí estaré.
Cuando tus pies se cansen de caminar y necesites que te sujete en mi regazo. Cuando quieras que te acompañe en tu viaje, aquí estaré. Cuando tu memoria te lleve a tu infancia, y quieras recordar lo especial que fuiste para mí, aquí estaré.
Cuando yo me haya ido, cierra los ojos y piensa en mí.

Esté donde esté, aquí estaré, siempre.

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